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jueves, 27 de diciembre de 2012

Anecdotas de amigos

Por Sony
Hace poco, en el lugar donde estoy trabajando y del cual ya les comenté hace un tiempo atrás  nos encontrábamos en la hora del descanso del medio día  cuando entre conversación y bromas, surgieron dos anécdotas que mis compañeros Miguel y Jackson contaron, y como todas las anécdotas que nos suceden cuando llegamos a Japón nos llenó de risas y carcajadas.

Sin más preámbulo, tratare de graficarles lo mejor posible, lo que con tanto ímpetu y ganas, lo oí de los protagonistas.
Miguel el numero tres, nos contaba (supongo que imaginaran que existen otros dos en mi fabrica, y si,  así es. Miguel cabeza y  Miguel  "hay que rico").
Pues bien, que apenas tenía 3 meses de estar trabajando aquí en Japón, cuando llegó su hermana de Perú y él se moría de ganas por  ir a visitarla. Menudo problema, pues no sabía bien el idioma, y por el poco tiempo en estas tierras, no se manejaba bien, para trasladarse de un lugar a otro. Corrían los años 90, otros tiempos que muchos aún recordamos.  Mi amigo se aventuro en tratar de ir desde la estación de Hon Atsugi, hasta la estación de Ohira shita, en Tochigi. Si bien no sabía cómo haría, cogió el último sueldo integro (más o menos 400 mil yenes) y pensó que si llegaba a perderse, al menos podría regresarse en taxi.
Subió al tren nervioso, pero decidido, y luego de un buen tiempo transcurrido llego a su destino.
Cuando ya estaban anunciando el nombre de la estación a la que él se dirigía  se percató, que era el único que se levantaba de su asiento, y lo que más le inquietó, fue ver también que era el  único que se bajaba del tren,   pero lo peor de todo era que la estación estaba en medio de la nada.
No había absolutamente nada en los alrededores, pensó en pedir ayuda a los encargados de la estación  pero esta estación era tan pequeña, que ni encargados habían, en el lugar de la salida, solo estaba una caja pequeña donde colocar los boletos.
Aun extrañado y sin saber qué hacer, trato de buscar ayuda por los alrededores, que por cierto parecía un pueblo fantasma, pues no había gente por ahí, hasta que pasó una señora, la cual mi amigo Miguel abordó, pidiéndole ayuda de la siguiente manera:
- Basu , basu doko? (donde hay bus?)
- Nai, nai. (Le contesto la gentil señora)
Miguel no se dio por vencido y volvió a la carga.
- Tacshi, tacshi.
A lo que la gentil señora, le entendió gracias a Dios y lo llevo caminando hasta llegar a lo que sería un paradero según su deducción, en el lugar había un asiento de bus, un botón puesto en un poste, y en la parte superior de este un parlante, tipo megáfono.
Ella le dijo varias palabras que no comprendía, pero entre ellas el entendió "push", "push”, y ella señalaba el botón.
Lo hizo, temeroso, y escucho una voz que empezó a hablarle en japonés, y mi amigo me cuenta el roche que tuvo cuando, mirando al parlante por el cual se oía la voz, no le quedo más remedio que decir: nihongo wakaranai (no se japonés),
"Te juro que me sentía estúpido estar hablándole al parlante, y encima decirle que no sabía lo que me decía, pero parece que del otro lado me entendieron pues al poco rato apareció un taxi. Luego de muchas búsquedas, logramos llegar a mi destino y después de mucha espera en la puerta, (pues mi hermana había salido a pasear) pude verla
La siguiente historia, como les comenté líneas arriba es de nuestro amigo Jackson, el recién había llegado de República Dominicana, y su esposa que ya tenía más tiempo en estas tierras le propuso dar un paseo para que conociera más y esto fue lo que sucedió...
“Mi señora me dice: -vamos a pasear en densha.
- Y que e eso mija?
- Pasear en tren amor.
Y así hicimos, salimos y llegamos a una estación que no recuerdo como se llamaba, y estábamos parados a que llegara el tren. Apenas llego, yo me monto en el, había mucha gente subiendo, y aquí viene lo bueno, que se cierra la puerta y mi mujer que no llega a subir. No te imaginas hermano la desesperación en ese momento, la mujer tenía todo el dinero y lo que es peor, yo sin saber hablar nada de nada de japonés. Lo siguiente fue como de película, yo desesperado dentro del tren y ella corriendo afuera, al lado del tren diciéndome que bajara en la siguiente estación.
Pues eso hice, bajé en la estación siguiente, (más adelante me enteraría que la estación se llamaba Shinjuku).
Y ahí me quede esperando a que llegara el siguiente tren, y el siguiente y el siguiente y mi mujer nada de llegar.
Dios mío, esa estación sí que es grande!, parece más grande que el aeropuerto de mi país !
Me decidí en ir a preguntar a uno de los tipos que estaban ahí uniformados, me acerco y le pregunto:
-Do you speak english?
Y el japonés que me dice y me hace señas con las manos que no entiende el inglés. Y en esas me encontraba cuando no sé cómo oigo por los parlantes mi nombre, Jackson san.
Y yo le empiezo a decir al japonés y haciendo señas con mis manos:
Jackson san yo, Jackson san soy yo! Ya estaba desesperado cuando de pronto me entendió, el japonés tomo un teléfono y estuvo hablando un buen rato, hasta que cortó y empezó a decirme no se qué cosas, lo único que entendí por lo que el japonés señalaba, era que debía bajar unas escaleras , luego subir otras por otro pasaje, y eso intente hacer...
Pero nada, de nada, más perdido y sin saber qué hacer , volví donde el japonés y este se habrá compadecido de mi, o de mi cara, pues, gentilmente me acompaño. Bajamos las escaleras señaladas, avanzamos por un pasaje, doblamos no recuerdo cuantas veces, volvimos a subir, hasta que llegamos, donde debías llegar, y ahí por fin el alma me vino al cuerpo. Veo a mi mujer que viene corriendo a mí, con lágrimas en los ojos, y nos dimos tal abrazo y más de un beso, que la gente que pasaba se nos quedaba mirando.
¿Sabes cuánto tiempo había pasado desde que nos separamos?
3 horas hermano. Y yo le pregunte a mi mujer que porque lloraba, y ella que me dice:
Qué le iba a decir a tu familia, que a las dos semanas te me perdiste... Ese paseo sí que fue inolvidable!

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