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jueves, 4 de agosto de 2011

TAKEDA SAN

Por: Shigueru Sakuda.
En el Perú los japoneses inmigrantes se han llegado a ganar el respeto de los peruanos más por sus valores tradicionales que por sus costumbres, sin embargo si repasamos la historia veremos que no siempre fue así y hubo una época en que fueron víctimas de la xenofobia.
¿Cómo es que los peruanos fueron cambiando de parecer? Hay muchas historias que se cuentan sobre japoneses comunes y corrientes que en base a sus valores demostraron que en sus humildes ocupaciones se puede lograr muchas cosas y por lo tal reconocimiento entre las personas que los conocieron.
Hay una en especial que me contó un gran amigo y que me gustaría relatarles y hacerlo público, en un acto de justicia, y porque ocurrieron justamente durante estos tiempos de discriminación y racismo y es el relato de mi amigo sobre su abuelo japonés Takeda San
“Como llego mi abuelo a Perú, bueno en verdad él iba a Brasil pero como cayó enfermo así que lo bajaron en Paita en donde una monjas se compadecieron de él y lo auxiliaron y luego de atenderlo lo trasladaron a Lima, específicamente a La Punta-Callao.

En este lugar mi abuelo radico por años logro conseguir trabajo en La Municipalidad de La Punta, donde ingreso como baja policía (Basurero) por su poco conocimiento del castellano pero no por ello se conformo. estudio el español hasta dominarlo y logro ascender a policía municipal, fue profesor de Karate, en La Escuela Naval del Perú, y por su trabajo dentro del distrito obtuvo un reconocimiento del Ministro del Interior, llego a ser comandante de la Compañía N 7 de Bomberos de La Punta.

Fue padre abnegado con sus hijos y les inculco desde pequeños el deseo de superación mediante el estudio, llego a conocer a personajes distinguidos en aquellos tiempos como Don Augusto N. Wiesse, y Don Cogorno entre otros, su esposa Doña Clara de Cogorno y declarada por el concejo como “benefactora del distrito de La Punta” comentaba como anécdota entre sus amistades el gran afecto que sentía por Takeda San quien siempre limpiaba un monumento cercano fuera de sus horas de trabajo y sin obligación y lo hacía como una forma de agradecer al País que lo acogió y esto era admirable y muy ejemplar su deber cívico.
Es de esta manera en que los japoneses lograron pasar de una xenofobia a ser respetados y admirados y que heredamos y aprovechamos nosotros los nikkeis.

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