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domingo, 9 de enero de 2011

UN BOLIVIANO EN EL YASAKA JINJA, KYOTO, JAPÓN

EN AÑO NUEVO, CON GUALBERTO IMURA EN EL YASAKA JINJA
Por : YVAN RAMIREZ RODRIGUEZ. 


El año nuevo nos motivó a ser como los de este país en el primer día. Si el conejo simboliza la bondad y sensibilidad, entonces había que ponerlo en práctica, había que ser mejor que el año anterior ante nuestras amistades. ¿Cómo?, muy sencillo, ayudar a descubrir este país por dentro, por sus venas y por donde fluye su milenaria cultura religiosa palpitante y cristalina. Y es así como decidimos invitar a nuestro compatriota Gualberto Imura - con quien nos conocimos hace poco trajinando de este oficio-, a dejar de lado lo habitual en el primer dia y sumergirnos en la tradición religiosa japonesa que se vive en estos dias en todos los templos o jinjas de este país.
Nuestro amigo pertenece a esa legión joven recién llegada. Él es producto de esa nueva oleada de latinos arribados a este país después del año dos mil para adelante. Arribó a fines del 2005 y de allí directo a la fábrica. Nunca había salido en sus momentos libres mas allá del circulo familiar en casa, o para una reunión deportiva entre latinos. Conocía muy poco de esta festividad religiosa y  era el momento oportuno entonces para sacarlo de esa suerte de encierro. Sin embargo, habría que destacar algo muy decisivo en su vida desde que pisó esta tierra: asumió su trabajo aquí con la misma disciplina que lo hizo para estudiar hasta graduarse de Ingeniero en Informática en su natal Bolivia. No hubo más por conversar, sino esperar el día señalado.

Así llegó el primer dia desde este año y nos fuimos hacia Kyoto, la antigua capital de este país, en donde se encuentra el templo de Yasaka, uno de los más concurridos de esta región en estos primeros dias y esta es la crónica:
" Siempre en los años anteriores lo pasé en casa y esta es la primera vez que ingresaré a un templo", me dice mientras aún estamos en el tren. "En Japón no sólo hemos encontrado un puesto de trabajo, también hemos encontrado una riqueza más y esa es la cultura de este país que tiene igual o más valor que nuestro mismo sueldo", le replico para motivarlo. 
Nuestro tren está abarrotado de gente al llegar a la estación de Kawaramachi en donde bajamos y enrumbamos al templo que se encuentra muy cerca. Es medio dia, por la madrugada a caido nieve y el frío se hace sentir. Busco en el mar humano a la primera dama que esté por allí luciendo su kimono para la foto del recuerdo con mi invitado. Volteo a todos lados, pero es imposible divisar a alguien a primera vista.Todas las japonesas lucen bién abrigadas con ropa de invierno. 
Estamos por ingresar cuando de pronto, entre la multitud que ha llegado temprano y ya se retira, aparece la primera y única japonesa con su kimono." Esto es casi un regalo de los dioses dándote la bienvenida", le digo a Gualberto que está feliz y  voy al encuentro de la dama y le suplico por favor, nos permita un par de fotos para el recuerdo junto a ella. Ella se emociona y accede gustosa y sólo tenemos unos segundos mientras desde el fondo, desde  una esquina, el "koma-inu" o león guardián petrificado, pareciera aprobar nuestro pedido mirándonos. Hacemos clik en nuestra cámara y yá tenemos lo que tanto soñaba Gualberto. Damos las gracias y nos despedimos de Haru Shan, quién nos preguntó por nuestro país de orígen y se fué feliz de saber que un par de extranjeros se fijaran en ella. 
 
Ingresamos y antes de avanzar, tenemos que pasar a lavarnos las manos y la boca, los labios mejor dicho. Para estar ante los dioses y rezar hay que ir limpios, le explico a Gualberto que observa asombrado. En una parte lateral izquierda está el lugar por donde, desde la boca de un dragón, fluye el agua sagrada que hemos de utilizar para asearnos. Hacemos nuestra cola y cumplimos como el resto de fieles y continuamos. "Vamos directo hacia el altar y luego pedirás algún deseo pensando en tu familia", le digo a mi invitado. "Luego arrojaremos algunas monedas al interior del recipiente que se llama SAISENBAKU", continuo explicándole mientras seguimos en dirección de la mochedumbre. Así llega nuestro turno, es dificil registrar una instantánea pero cumplimos este acto al igual que los millones de japoneses que deben estar haciéndolo en este momento. La emoción nos envuelve al cerrar los ojos y encomendarnos a los dioses. Yo he pedido tener mucha salud y que no me falte trabajo en este año, juntando las palmas de mis manos e inclinándome hacia adelante como el resto. Mas no pude evitar mirar al cielo un instante, como señal de que allí estan mis padres. Es el mejor consuelo que a veces encontramos cuando ningún ser querido ya no está con nosotros en este mundo. Gualberto hizo lo suyo y proseguimos.

Después de la oración nos dirigimos a la parte del OMIKUYI, que es el acto en donde sabremos de nuestra suerte en un nuevo período de vida. Allí sobre unas mesas, están colocadas unas cajas largas de madera, pequeñas, y en cuyo interior, hay un sinnúmero de palitos de madera. El fiel toma esta caja y lo agita hasta que un palito de estos, salte finalmente por el orificio que existe en la parte superior de la tapa. Cuando esto sucede, el fiel procede a ver la numeración que tiene el palito en su borde, y entonces, después de regresar el objeto al interior y dejar la caja en su sitio, se dirige hacia donde están las MIKO SAN.
 Ellas visten de blanco y rojo, y representan a las siervas de los dioses. Las MIKO SAN atienden en una fila de recintos y escuchan al fiel que le dice el número que salió, y entonces ellas buscan el casillero que lleva este mismo número, y de cuyo interior, extraen el mensaje escrito de los dioses en un papel y el cual le hacen entrega doblado en dos. El fiel lo recibe emocionado y se retira hacia un lugar apartado.
 
 Aquí llega entonces lo más esperado. Ésto ocurre cuando pasa a leer con suma atención lo que está escrito, que no es otra cosa sinó, lo que sucederá probablemente dentro de su vida en este nuevo año. Sorpresa, asombro, alegría, tristeza, risas y muchísimo más es lo que se refleja por un instante en el rostro de los hombres y mujeres.Todos esperan un mejor trabajo, mucha salud y paz en su hogar, y tanto mas incluido el novio o la novia esperados.
 Acto seguido, después de leerlo muy bién, proceden a doblar el papel a manera de una cinta o tira, y lo amarran en una cuerda junto al resto de miles de mensajes escritos que simbolizan la voluntad de los dioses. Allí se quedarán durante todo el mes .
 
Otra manera de expresar o pedir un deseo a los dioses es el de hacerlo en un pedazo de madera plana al que se llama EMA. Allí se escribe en el reverso y luego se lo amarra en el lugar señalado dentro del mismo recinto. Hasta aquí todo bién, nuestro amigo boliviano continua observando con suma atención lo que nunca antes vió. Aún hay más por descubrir en tanto nuestras cámaras no descansan de registrarlo todo.
 
 En otro lugar en tanto, se están vendiendo las famosas HAMAYA. Estas son unas lanzas de madera adornadas con cintas multicolores y en cuya parte superior, cuelga un EMAUSAGI. Es decir, una tabla exagonal de madera, de tamaño pequeño y en donde esta dibujado el conejo, el animal que los dioses han designado para este año. La HAMAYA es sagrada, los fieles lo adquieren y lo colocan en la entrada de su casa, en la parte alta del interior de la puerta. Allí estará durante todo el año protegiendo el hogar, en guardia y dispuesta a enfilarse contra cualquier espíritu maligno que intente ingresar a la vivienda. " Aunque te parezca mentira, esto cumple una función y ayuda, ¿no te animas a llevarte una?", insinuamos a nuestro amigo boliviano quien responde afirmativamente.
 
Desde nuestra llegada han pasado ya dos horas y quisieramos de que esto no termine y el dia se extienda unas horas más para interpretarlo todo a nuestra manera. Sin embargo, es difícil, el viento empieza a soplar y el frío nos va envolviendo . Aún nos queda por llegar a un lugar especial y vamos de una vez. Es la sección del OTOSO, que  es el lugar en donde se hace el brindis con los dioses. Para ello, las MIKO SAN son las encargadas de servir el sake de arroz en unos platitos muy pequeños que se llaman SAKAZUKI. Estos platitos de color blanco también se venden a los fieles para que en su hogar lo utilizen. No hay límite de edad para los fieles en este brindis sagrado. Lo hacen los padres e hijos juntos, o individualmente. " Reconforta el alma, te dá fuerzas y calma el frío", nos dice un señor de edad quien no esperaba ser fotografiado en ese momento. También nos pregunta por nuestra nacionalidad y nos pide esforzarnos en este año al despedirse. 

Así llega a su fin nuestro paseo, es hora de regresar y Gualberto no se cansa de tomar fotos en todo el interior que le ha fascinado desde nuestra llegada. Hoy ha podido ver solo una parte de esta riqueza cultural que este Japón misterioso aún guarda y que tenemos que develar a partir de nuestros ojos, y dar testimonio de ello y enseñarselo a todo el mundo. Es nuestro deber.
 Es el momento de cruzar la frontera de la puerta principal con el exterior, y vemos por última vez a los dos guardianes, los KOMAINUS (leones), apostados en cada lado. Lucen imponentes,muestran sus garras y sus filudas fauces y están con los ojos bién abiertos para reconocer al mal espíritu que ose acercarse al templo. Irradian autoridad, provocan miedo, e inspiran mil emociones. Y por eso será que un turista apostado en su frente , insista una y otra vez en tomarle la foto más perfecta posible. Una vez ya en camino, afuera, sentimos la sensación de estar con mas alegría, con mayor energía y muchísimo mas amor por este país en comparación al año que se fué. El Yasaka Jinja nos había infundido todo ello y hoy Gualberto lo había descubierto.
 

 

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