Qué extrañas distancias
recorren las penas
para arañarme el pecho,
y que débiles mis fuerzas
que siempre ceden al dolor.
Qué espinas venenosas
se ensañan
en atravesar mis sentidos
y llenar mis poros
y mi alma de tantos recuerdos.
Qué besos fueron aquellos
que tanto quemaron mis labios,
y qué miradas tan fuertes
que mi alma arde todavía.
Qué palabras fueron aquellas
que aún las siento
en el viento de la noche,
y qué caricias tan tiernas deshojastes
que aún me siento
aquella niña consentida;
Qué fueron de esos ojos,
de esas manos,
que dejaron tanta huella en mi piel,
¿Qué ha sido de ti mi amor?
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