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jueves, 2 de diciembre de 2010

DIOS TARDA PERO NO OLVIDA




Por Mimi Lou Mei

     Recuerdo que cuando era niña,  una de las características más notorias de mi personalidad era el ser impaciente.  Siempre quería las cosas al momento, de ser posible para ayer.  Esto le hizo la vida un poco difícil a mi madre, sobre todo cuando me quiso dar las primeras lecciones sobre Dios.  Cada vez que yo quería algo, le rezaba a Diosito para que me lo conceda, y cuando no ocurría al instante, le decía a mama que Dios no me quería.  Mi madre, sabia como lo son todas las madres, me salió con la respuesta “Dios tarda, pero no olvida,” lo que a las finales se traducía en que con religión o sin ella, igual tenía que aprender a tener paciencia.

     Con el correr de los años y las experiencias de la vida llegué a aprender muchas cosas: es cierto que Dios tarda pero no olvida.  También aprendí que Dios, en su sabiduría infinita, nos concede lo que pedimos en el momento adecuado, no necesariamente cuando nosotros lo queremos.  Y finalmente también aprendí que Dios tiene sentido del humor.

     Recuerdo también que de adolescente, nunca logre que muchachos de mi edad se fijaran en mi.  Por alguna extraña razón, siempre atraía las miradas de hombres lo suficientemente viejos como para ser mi padre.  Más de una vez fui con amigas de mi misma edad a fiestas o discotecas, y el muchacho que me gustaba se acercaba a mi… emocionada y nerviosa, imaginaba que finalmente alguien de mi edad me invitaría a salir o algo por el estilo… pero no, gran decepción, me preguntaban si mis amigas eran mis hermanas, y si las había ido a cuidar…  Dios mio, decía para mis adentros, porque no consigo que un muchacho de mi edad, de 18 o tal vez 19 se interesa en mí en vez de en una de mis amigas… por favor Dios, dame una manito!!!

Imagínense ahora más de 20 años después…  Entra al trabajo un muchacho adolescente, muy correcto, muy educado, y que tiene un hermano gemelo.  Como es natural, yo soy la empleada antigua que se encarga de entrenarlo, el sentido maternal entra en juego y lo trato casi como a hijo.  Vive cerca de mi casa, así que lo jalo a su casa después del trabajo.  Un buen día su hermano sale a recibirlo a la puerta y me lo presenta.  Lo saludo, dejo a mi compañerito de trabajo en su casa y me olvido de todo el asunto.  Al día siguiente, entre conversación y conversación este niño se queja de su hermano y de lo difícil que es vivir con él.  Pero ¿sabes algo? me pregunta muy serio, al menos mi hermano te hizo un cumplido… yo pensando que diría que buena gente que es Mimi que te trajo a casa… pero no, me sale con que su hermano dijo algo así como “que buena que esta la tía…”  … sin comentarios…

     Pasan unos cuantos días, y uno de nuestros clientes habituales, imagino que de 19 o tal vez 20, me pregunta si me gustaría salir con el… (pienso:   ¿no te das cuenta que apenas tienes edad como para ser mi hijo?)… como es un cliente, le contesto educadamente que soy casada.  A estas alturas me empiezo a preguntar si está de moda salir con “tías,” de repente hay algún programa de televisión del que yo no me he enterado en el que hay casos de tías con mocositos, y es por eso que los niños se están fijando en mi…

     Fue cuando ocurrió el tercer caso en que reaccione y me di cuenta porque me estaban “gileando” niños de menos de la mitad de mi edad…”Dios tarda pero no olvida…”  Creo que esta vez se te paso la mano Señor, digo para mis adentros.  Luego sonrió y pienso que definitivamente Dios tiene sentido del humor… solo quisiera que Dios, en su infinita bondad, aprenda a reírse conmigo y  no de mi…


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