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jueves, 2 de diciembre de 2010

HABIA UNA VEZ (FINAL)

Por: Sony.
Creo que me quede en que el tipo tardo casi una semana en volver verdad?
Pues cuando llego,  poco a poco nos fueron separando y nos llevaban a diferentes prefecturas, algunos como a mí a Kanagawa, otros dentro del mismo Tochigi, en fin,  allí recién empezaba nuestro trabajo.
Me toco vivir en un ryo. Edificio típico de las fábricas. Encontrabas  varios cuartos por piso, pero los baños, lavadora, caños, etc., eran compartidos. Ah! en el primer piso estaba el comedor y en el sótano el ofuro. Eso también era nuevo para mí. Teníamos que sentarnos en unas banquitas con hueco en medio, y en las paredes, abajo estaban dispuestos los caños con dos llaves, una de agua fría y otra de caliente. En una vasija mezclabas el agua y de esa forma terminabas de bañarte. Una vez hecho esto, podíamos ingresar a esa especie de piscina, que hasta el momento no sabía que tan caliente podía estar. Bueno pues, estaba recontra caliente, casi salgo pelado de tan caliente que estaba. Pero eso era solo porque recién lo había probado, pues pasado un tiempo te acostumbrabas y terminaba gustándote.
Compartía el cuarto con un chico que recién había salido de un colegio de la colectividad. Por cierto en el vuelo en el que llegamos parecía que fuera un viaje de promoción, pues realmente era un grupo muy numeroso de chicos que recién salían del colegio.

Pienso que nosotros, mi compañero de  cuarto y yo  tuvimos suerte que nos tocara vivir aquí y  aunque los encargados eras muy estrictos pues  no permitían las salidas  muy tarde y las visitas no podían ingresar a tu cuarto, en el fondo eran dos buenas personas,  (aunque el ingenio siempre permitía que los amigos terminaran con nosotros en el cuarto pegándonos una bomba que de solo recordar me da dolor de cabeza).
Pareja de esposos mayores ya,  y como buenos japoneses interesados de todos los detalles de cada uno de nosotros...que cuantos años teníamos, cuantos hermanos, donde vivíamos, porque habíamos venido tan jóvenes, etc., etc...

La idea de que éramos afortunados por vivir en el ryo se vio confirmada después,  ya que  pasado un tiempo,  uno de los amigos con los que trabajaba me invito a ir a la casa donde le había tocado vivir. Cuando me dijo que vivía en una casa lo envidie por su suerte, pero ese sentimiento me duro poco, pues cuando fui a la famosa casa en la que vivía y tanto se comentaba,  me di con la sorpresa que allí vivían 10 personas. Había solo un baño, una cocina, una sola lavadora, una sola ducha.
Se imaginan lo que era entrar al baño, o lo que sucedía para poder cocinar,  bañarse o lavar su ropa?
Era toda una odisea. Con decirles que ese día como de costumbre cada vez que nos reuníamos hacíamos una "chancha" y comprábamos las ichiban shibori, y empezaba la jarana. Para ir al baño se formaba tal congestión en un ir y venir, el problema surgía si alguno se demoraba más de lo debido y ahí se armaba la de san quintín.
Por eso termine queriendo mi ryo.
Después de un mes aproximadamente, conocimos a una señora casada con japonés, que ya vivía desde mucho tiempo atrás aquí en Japón, y obviamente dominaba muy bien el idioma. Hacia tramites y servía de interprete. Como éramos  un grupo más o menos numeroso de extranjeros viviendo allí, además de peruanos, había brasileños, y filipinos. Nos organizamos y le propusimos nos diera clases de japonés, y así cada vez que uno iba a comprar no tener que estar solo señalando lo que uno quería y diciendo "kore". Eso era lo único que decíamos, y cuando el dependiente de la tienda algo nos decía sonreíamos, y volvíamos con el "kore".
Pues bien nuestras bien intencionadas clases duraron solo una vez, pues el contratista se entero de nuestro "atrevimiento" y le dijo a nuestra muy querida, respetada y bilingüe amiga que tenía que dejar de dar las clases pues allí en el ryo no se podían hacer.
Quedamos consternados y sin saber qué hacer, y como imaginaran también, sin aprender.
Eran otros tiempos y seguramente estoy olvidando muchas historias y anécdotas más, pero este cuento que inicie con "Había una vez..." no termina con el conocido "Colorín colorado, este cuento se ha terminado", pues aun seguimos creando esta historia, tu, yo y todos los que continuamos "empujando el coche", tratando de salir adelante y ya muchos nos dimos  cuenta que no estamos  de paso y terminamos echando raíces.
Dicen que la historia se repite, pues si hace muchísimos años atrás fueron nuestros abuelos los que fueron en busca de un futuro mejor para los suyos y emigraron hacia el Perú, nos toco a nosotros hacer el viaje de retorno.
La historia la seguimos escribiendo día a día, y sospecho,  va a tener un final feliz.

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