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jueves, 2 de diciembre de 2010

HASTA EL FINAL


Por: José.
Llego al hospital como lo vengo haciendo desde que nos dieron la noticia que cambio todo nuestro ritmo de vida. No sé cuánto tiempo, pues recién entiendo a conciencia eso de que "el tiempo es relativo”.
Últimamente el tiempo parece que hubiese dejado de pasar y queda la sensación que todo está detenido.
Llego con mi mochila y el libro que estoy leyendo para distraer la mente, pues lo más difícil es mantener la mente ocupada en otra cosa. Allí está el catre acondicionado para pasar las noches. Dejo la mochila a un lado y me escucha llegar.
Me acerco a la cama y le doy un beso en la frente.
-Hola. ¿Estás mejor?
Mueve la cabeza asintiendo, pues con los tubos y el oxigeno que tiene puestos es un poco difícil tener una conversación fluida.
-Descansa, yo voy a estar aquí cuidándote.
Luego recuerdo que mañana no puedo venir pues tengo un compromiso ya pactado de antes, y le digo:
-Mañana no puedo venir, tengo que filmar, ¿ya?
Vuelve a asentir y me aprieta la mano. Me siento a leer mientras el duerme y oigo su respiración difícil y pesada, interrumpida por la tos. Se levanta un poco de la cama, se quita el oxigeno de la boca y me dice que descanse. Y al final fue él quien velo mi sueño. Al otro día, antes de ir a filmar, recibo la llamada que tanto temía. Cuando llegue era él quien por fin descansaba. Hasta el último momento fue él quien me cuido.
Esa fue su última lección: Los padres siempre cuidaremos a nuestros hijos.
Gracias Papa.







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