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jueves, 30 de diciembre de 2010

HINO JIDOSHA

Por: Luis Kuboyama Loza
Hace algunos días recibí la llamada de un amigo, antiguo compañero de trabajo, pero esta vez no fue para indagar sobre trabajos o saludarme, esta llamada era diferente y después de colgar se me vinieron a la mente, escenas vividas durante mi paso por la famosa entre los latinos, de la fábrica Hino Jidosha de Tokio ubicada en la ciudad del mismo nombre: Hino, fue mi primer paradero, recién bajadito de mi querido Perú, llegue con un bullicioso grupo de amigos que me miraban con cierta desconfianza y que alguna vez escuche por allí: “tiene más de llama que de Kubo”, por mi apariencia que no denota rasgo japonés alguno y como todos sabemos se llega bronceado, amén de mi color natural un poco oscuro, eran épocas turbulentas, sin embargo todos se esforzaban en su trabajo.
Algo muy común en esos tiempos eran las colas que se formaban en los teléfonos públicos de llamadas internacionales y en la espera surgía la criollada tan famosa de nosotros manifestándose en “Chapas” o sobrenombres, así que allí estaban presentes los más variados y pictóricos apodos de acuerdo al físico o la personalidad de cada uno, pues al menor descuido ¡zas! Ya uno tenía su chapa, así es como conocí a la vieja, la gorda, la flaca, el pica piedra, el pajarraco, el lagarto, el loco, micifuz, bambam, el cabezón, la tortuga, kike gavilán, la chibola, el maleta, el charapa, el ñato, el doc., el cumpa y muchos otros que escapan a mi memoria o se juntaban con el apellido como “El loco fulano”.
Como en todas partes, uno forma su grupo y es casi como una familia que se mueven para todos lados juntos y si bien es cierto que se relacionan con otros grupos, la relación no es tan cercana como con los suyos, digo esto porque así fue como conocí al “Tío Cumpa” entre saludos, bromas y unas cuantas veces que coincidimos en la misma sección de trabajo y así fue como entablamos una gran amistad.
Era un hombre cincuentón fuerte, dicharachero, trabajador, criollo, no muy alto, gordo con sus piernas arqueadas, su frente prominente pelo a los costados tipo peluca de payaso, era una de las pocas personas mayores entre los dekasegi, trabajaba de lunes a domingo, los siete días de la semana, fue uno de los pocos que estuvieron en la Hino hasta el final, respondía a los saludos con un ¡Que tal sobrino! Y algunas veces me decía: ¡Carajo, que jodido eres! Y se reía a causa de mis bromas, entonces con esa sabiduría que dan los años salía bien librado, mirándome con una sonrisa burlona con la nariz henchida como intuyendo algo y me decía: ¿Qué vas a decir?
La noticia que me dio mi amigo, era que el “Tío Cumpa” había pasado a mejor vida, en una carretera de Los Ángeles en los EEUU. Mientras manejaba, un infarto al corazón termino con la vida de aquel hombre que compartió algunos instantes de su vida con sus compañeros de Hino Jidosha, nunca supe su nombre de pila, como muchos que nos conocemos solo por apodos o solo por el primer nombre, porque Japón nos vuelve un poco anónimos, pero creo que no es necesario, quería recordarlo y rendirle un pequeño homenaje en nombre de todos los que le conocieron.
Que en Paz Descanses “Tío Cumpa”, nos llevas solo la delantera, porque uno no sabe cuándo ni dónde le va a tocar.

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